dos pedantes que quieren compartir frondoso saber; el lenguaje es apto para españolitos; tranquilos

sábado, 2 de febrero de 2008

lo que el joker asusta viejas no cuenta


Tan cristalina exposición de la situación y con tanta verdad, que traemos aquí la carta publicada por Miguel Melguizo en el diario Ideal:
"Erradicar la violencia en los servicios sanitarios

LOS Médicos de Familia y Pediatras estamos interesados esencialmente en el paciente, en su vivencia de la enfermedad, en la experiencia personal de sufrimiento o incapacidad, por ello no tenemos mas aspiración que ser «especialistas en personas».

A los Médicos de Atención Primaria nos gusta especialmente la palabra 'paciente'. No hemos asumido nunca la denominación usuario, ciudadano o cliente. Paciente procede del latín patiens-patientis que significa «el que sufre, el que padece». No es por tanto un concepto equiparable al de enfermo o al de cliente. La relación clínica con un paciente es un ofrecimiento de ayuda que se interesa más por la necesidad subjetiva de una persona que por la ortodoxia científica. Siempre será más importante para nosotros el tipo de paciente que tiene una enfermedad que el tipo de enfermedad que presente un paciente.

El privilegio de estar cerca de los pacientes y ser depositarios de su confianza hace que detectemos mejor que ningún otro profesional los grandes cambios que se han producido en la relación clínica durante la última década. Y como es natural vivimos, y padecemos, el auge de la violencia en los servicios sanitarios, donde las agresiones físicas constituyen la punta del iceberg de un gran magma invisible conformado por las intimidaciones, las amenazas y la falta de respeto. Pero nada es casual, la agresividad hacia los médicos no es accidental ni fortuita, tiene un caldo de cultivo y unas causas que es conveniente analizar.



COMO primer factor, comprobamos en el día a día que afortunadamente se han desvanecido en gran medida las fronteras jerárquicas entre médicos y pacientes. Especialmente en los centros sanitarios públicos la relación clínica ha ido superando el modelo paternal clásico y de forma progresiva se ha ido introduciendo un modelo participativo donde el paciente recupera su capacidad de decisión y el médico puede compartir responsabilidades. Sin embargo, con frecuencia, los procesos de cambio histórico generan distorsiones y tensiones. Muchos pacientes han pensado que este nuevo modelo suponía una inversión total en el ejercicio ilimitado del poder de decisión, que pasaría ahora del médico al paciente. Así, entienden que sus deseos y su percepción subjetiva del malestar (creciente en nuestras sociedades neurotizadas) deben convertirse en la única vara de medir lo que el sistema sanitario, y por tanto sus profesionales, tienen obligación de proporcionarles.

Esta concepción de que los deseos desmesurados generan automáticamente 'derechos' ilimitados está sin duda en la base del fenómeno de las agresiones. El problema es que ningún derecho subjetivo es ilimitado, y las decisiones clínicas compartidas tienen dos fronteras claras que ponen coto a la desmedida percepción de lo que sea una «necesidad sanitaria». Estas dos fronteras son la mala práctica científica y el uso irresponsable de recursos, especialmente si son públicos. Las invocaciones al «es mi derecho», «yo pago mis impuestos», «usted está aquí para hacer lo que yo diga», etc., etc., no convierten automáticamente toda demanda de atención sanitaria en justificable. No todo puede decidirse dentro de la relación clínica. Hay cosas excluidas, en principio no negociables, como son las actuaciones clínicas contrarias a la buena práctica clínica, o las que generan despilfarro. Un profesional no tiene ninguna obligación de hacer estas cosas por mucho que un paciente lo pida, o lo exija con amenazas. Por eso, la medida de la 'satisfacción' de los pacientes no puede ser la única empleada para evaluar la calidad de la atención recibida por los ciudadanos en un sistema público. A veces hay 'insatisfacciones' necesarias, que cuando se producen nos indican que los profesionales y el sistema en su conjunto están haciendo lo que deben.



UN segundo factor relacionado con la agresividad tiene relación con la irresponsabilidad institucional de muchas autoridades políticas y sanitarias, así como desacertadas promesas políticas en materia de servicios sanitarios. Las expectativas generadas sobre los avances tecnológicos y científicos o sobre infinitas prestaciones asistenciales, son absolutamente desmesuradas, desembocando a corto plazo en unas esperanzas imposibles y a medio plazo en una inevitable frustración. La industria de tecnología y farmacia sanitaria, un sector importante de investigadores y determinados medios de comunicación contribuyen también de forma importante a esta euforia generalizada que nos anuncia vida prolongada, felicidad sin fin, trasplantes inverosímiles, prevención imposible o regeneración celular, tisular u orgánica sin fin. Una vida a la que se accede a través del consumismo sanitario.

En este marco, los médicos clínicos de a pie somos los únicos encargados en el sistema sanitario de rebajar las expectativas, de recoger la frustración y, sobre todo, de «decir no» a determinadas exigencias de nuestros pacientes. Efectivamente, nos hemos convertido en el filtro de la racionalidad científica y del racionamiento económico. Somos inevitablemente la cara menos amable del sistema sanitario, cuando justo deberíamos asumir el rol contrario. Nos enfrentamos al desengaño de nuestros pacientes y, por ello, a un fracaso que produce tensión. En una relación igualitaria o participativa como la actual la fricción, la tensión y el desencuentro está garantizado.



NO es extrañar que en este contexto la gestión de la prestación farmacéutica, de las bajas laborales o de las derivaciones al nivel hospitalario se conviertan diariamente para los Médicos de Familia en un permanente objeto de enfrentamiento por una eficiencia racionalidad no entendida por los pacientes. Otro tanto sucede con la organización de la accesibilidad a los servicios (la atención inmediata 'versus' urgente) o con el afán de certeza en las actuaciones sanitarias (no se tolera la incertidumbre de nuestro trabajo), difícilmente asumida por los pacientes ante los permanentes mensaje autocomplacientes de las autoridades sanitarias.

No se podrá salir del atolladero sin una apuesta por la responsabilidad. Es imprescindible poner freno ya a la espiral inflacionista de promesas que desde ámbitos del poder político, investigadores estrella o medios de comunicación, reciben diariamente los pacientes y sus familias. Recuperemos el reconocimiento social de los buenos profesionales que son la auténtica 'tecnología avanzada' del sistema sanitario.

Apostemos también por recuperar el concepto de paciente. No degrademos a la categoría de usuario o cliente a los beneficiarios de la relación clínica. Sin falacias, sin vender humo. Con el máximo rigor que merece una persona que solicita ayuda, pero con la humildad de un profesional con competencia y medios limitados que intenta comprender, asistir, atender y, en ocasiones, curar.

Apostemos, finalmente, por erradicar las agresiones en un contexto presidido por el respeto mutuo, la transparencia en la utilización de recursos públicos y la honestidad en la capacidad y el poder de la medicina actual."

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Suscribo lo dicho. Somos inmaduros frustarados comepollas. La autosanación es la respuesta... y volver a dignificar la relación médico paciente, el conocieminto humano y la sensatez. La confianza y la fe en el hombre de la bata... pero depende de quién la lleve... libre elección... y honradez del de la bata... no a la receta de principio activo... no fe a la ciencia, sino a la conciencia. Somo médicos jóvenes que quieren hacer bien su trabajo y la puta administración no los deja. En fin, una mierda más... viva shaves?. Un abrazo.

Dr J.

Anónimo dijo...

No conozco a fondo el campo de la medicina, y menos aún el problema de Andalucía, pero no es difícil encontrar el contexto en el que se sitúa esta reivindicación del servicio público, la calidad y demás.

A mí me resulta evidente que España arrastra un lastre conservador profundo desde el siglo XIX, agravado durante la Restauración de Cánovas y las dictaduras de Primo y Franco. Me refiero a la ausencia de una revolución burguesa en nuestra historia contemporánea.

Esto puede sonar demasiado teórico, pero creo que todos, en mayor o menor medida, podemos encontrar pruebas que confirmen el escaso espíritu crítico del español medio, su actitud política resignada y su poco entusiasmo a la hora de reivindicar servicios públicos de calidad, políticas sociales, mejoras laborales y salariales, etc.

El problema tiene difícil solución a estas alturas. Francia hizo su revolución jacobina (continuada en 1830 y 1848), Alemania y otros Estados de centroeuropa salieron del Antiguo Régimen vía liberalismo y nacionalismo, incluso Turquía hizo su transformación laica y republicana, mientras que España y otros países del sur de Europa se mantuvieron en una penosa dialéctica entre conservadurismo católico y liberalismo burgués. Nunca se pasó de ahí, ni siquiera en nuestra "transición democrática". El único verdadero intento fue la Segunda República, pero se la cargaron.

De ese complejo estancamiento social viene, creo yo, la precariedad de nuestros servicios públicos y la pasividad con que gobernantes y ciudadanos han intentando construir este pseudoestado de bienestar autonómico en el que vivimos, que en apenas treinta años ya ha mostrado pruebas evidentes de su ineficacia para traducir los enormes presupuestos públicos en políticas sociales de calidad. Los derechos sociales son el resultado de largas luchas y reivindaciones; en España, por desgracia, queremos contar con las mismas ventajas que Francia sin haber luchado por ello. Mal asunto.

PD: Dr J, no es la "puta administración" la que no os deja, sino ael gobierno -en ese caso, el andaluz. La precisión es importante, entre otras cosas porque sin administración no puede haber Estado de bienestar, ni servicio público, ni sanidad pública, ni "pacientes". Hay que criticar a los gobiernos que manejan y dirigen las administraciones, y no a éstas. Tampoco olvidemos que Federica Montseny, madre del anarquismo español, fue ministra de sanidad durante la Segunda República.

the cosmogonic escrotolitum dijo...

Naturalmente que tienes razón,Stav; explicas el corazón psicocultural del estancamiento y la desastrosa situación del servicio público en el momento actual...esa nula noción del bien común del españolito se puede explicar perfectamente por las circunstancias de nuestra historia "reciente" nonecentista que explicas, pero creo que se filtra en un individualismo anterior a todo esto, muy español, que se remonta a la picaresca, y a una cierta moral egótica ("come y calla-tu a lo tuyo"). Por H o por B hay una psicología egocéntrica a apolítica en el peor sentido en la piel de toro. Un "anarquismo" desilustrado siniestro con olor a pacharán y pedillo.
Dr J, necesitamos administración, y necesitamos un funciomiento correcto del estado en sus funciones, aunque sólo sea como elemento nivelador, o para que no nos coma la mierda en las calles: el mercado no nivela nada-coincido ahí de nuevo con Stav. Lo que aquí se crítica es la coproconducta del político prototípico español: el más despreciable del mundo civilizado, no la política.
y lo del "no al principio activo",en fin, no se entiende, siempre seré partidario de tocar los cojones a multinacionales genocidas, no necesito prevendas ni viajes(ahora y siempre que se los metan por el culo);este tipo de prescripción, o la genérica , es una prescripción necesaria y responsable a la que TODOS los médicos del sistema deberían estar obligados,no sólo los chicos de primaria, siempre que se controle la calidad de lo que se fabrica por estas empresas (ya históricamente sospechosas de inmoralidad, o , directamente engaño):que a un laboratorio siempre le interesa devaluar lo "barato" para promocionar una linea con marca y patente; supongo que estas ingenuidades no se nos escaparan a estas alturas, ¿o explico lo de la pepsi y la cocacola ahora, drjotilla?

GALINSOGA dijo...

Seré sintético: TIENES TODA LA RAZON. Forma parte del todo de la España bizarrica que la democracia ha construído palito a palito.

Me paso a la Energia Universal!

MANIFIESTO DE LA SUPERIORIDAD MORAL DEL BUEN CHULOPOLLAS

Nosotros, músicos chulopollas, perdonavidas y pedantes, juramos someternos a las siguientes reglas establecidas por:1. La armonía tonal es reflejo de imposiciones marcadas a través de los siglos por la tradición occidental, el Estado y la Iglesia. En la sociedad de hoy esto carece de todo sentido, por tanto nuestras obras se emanciparán de cualquier servicio impuesto por la sociedad, y en consecuencia de cualquier obligación comunicativa y lingüística.2. La escala pentatónica natural queda prohibida bajo cualquier contexto, no así si se utiliza en forma híbrida con otro tipo de escala así como si en su uso se añaden cromatismos que reflejen dos dedos de luces en el intérprete.3. Cuantas más alteraciones propias aparezcan en la armadura y accidentales en la partitura, mejor, por supuesto. Componer en Do Mayor y en La menor es de subnormales.4. La sensible NUNCA resuelve en la tónica (¿estamos locos?), así como quedan prohibidas las cadencias perfectas y auténticas (eso para la tuna está muy bien, queridos, pero no para seres superiores).5. Las disonancias y acordes de 7ª, 9ª, 11ª, etc. TAMPOCO pueden ser resueltos. La sensación creada en el oyente debe ser la de un progresivo estado de incomprensión y mala hostia para con el músico ("¿qué poyah hace?")6. Se valorará muy superiormente al músico que en una misma obra utilice los 24 acordes que se pueden formar sobre la escala cromática.7. Si la obra musical va acompañada de texto, éste estará escrito en un lenguaje que sólo YO entienda.8. Las cuartas y octavas paralelas están permitidas, no así las quintas, propio de jevis de instituto que imitan a Black Sabbath.9. En cuanto a la instrumentación, el músico perdonavidas buscará utilizar siempre los instrumentos más raros y desconocidos para la gran masa. En el momento en que uno de estos instrumentos empiece a cobrar un mínimo de auge o se ponga de moda, el músico perdonavidas renunciará a su uso y buscará otro más raro todavía.10. El músico perdonavidas se sentirá culpable si utiliza una guitarra (y si es eléctrica más) a la hora de interpretar o componer sus obras.11. Pese a que el músico perdonavidas no tiene la obligación moral de explicar sus obras, si se viera en esa situación utilizará un lenguaje técnico-pedante que sólo él entienda. Es decir, se las explicará a sí mismo, ignorando a sus interlocutores.12. El músico perdonavidas debe ser un burgués que destine la mayor parte de sus ingresos a adquirir instrumentos de alto coste que le permitan innovar en el lenguaje y estética musicales, aun renunciando a que sus hijos estudien una carrera y tengan que hacer un módulo de FP.13. Las músicas de tradición oral y regionales quedan prohibidas. España es UNA.14. El músico perdonavidas no debe disfrutar cuando escuche música o cuando asista a una representación. Su misión es ANALIZAR lo que está oyendo. Sólo mediante la penitencia alcanzará la santidad y superioridad musicales.15. El músico perdonavidas se reserva el derecho de SENTENCIAR cuando le plazca, teniendo sus máximas la categoría de verdad suprema, del mismo modo y con la misma autoridad que lo hacen periodistas y críticos ignorantes de 2ª.16. El músico perdonavidas está autorizado a reírse en tu puta cara y llamarte mongolo si pronuncias tópicos del tipo de: "Las mejores baladas son las jevis", "El mejor guitarrista es Mark Knopfler, porque toca con los dedos", etc.17. En cuestiones musicales de cualquier índole y de cualquier género, lo que diga el músico perdonavidas ES LO QUE ES. Primero está Él, luego otra vez Él, y luego estás tú.18. Este manifiesto adquiere la categoría de MOVIMIENTO, pasando a denominarse “perdonavidismo” y sus seguidores “perdonavidistas”, por la misma razón que cualquier otro como el Dogma o similares, es decir, por mis cojones.
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"este blog nace con el propósito de expulsar de ESPAÑA toda la mediocridad y el mongolismo, reflejando para ello aquí algunos ejemplos de tal comportamiento pre-hominido del mismo modo que los Reyes Católicos, viendo peligrar la indestructible unidad de ESPAÑA, expulsaron a esa manada de homosexuales circuncidados"

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