
Recuerdo estar todavía viviendo en La Comunidad cuando estalló el caso leganés: hay muchas formas de Irresponsabilidad Circense Política Hispánica, pero lo de ventilarse al jefe de la Urgencia de un Hospital Público como el de Leganés para enmierdar un poquito la sanidad pública con objeto de petar madrid de hospitales concertados (vamos, clavadito a nuestro sociata liberal napoleónico Chavelito con su política de creación de hospitales proto-privatizados de medicina de hospital de campaña para "moritos y lumpen proletario, los demás que se vayan haciendo seguritos privados", léase Poniente o Guadix), y ventilárselo con una acusación anónima de "eutanasia activa a 400 pacientes"... llamar "terminators y asesinos" a aquellos sanitarios fue otro escarnio más, pero de especial gravedad, de los que habitualmente soportan los sanitarios en esta Españita de analfabetismo funcional y consumo sanitario .Los que trabajan, y hemos trabajado, en urgencias hospitalarias, saben que delicado está este tema debido a que en este país siempre hay opusinos en las comisiones deontológicas de los hospitales; como es lógico, el doctor tomó todas las precauciones legales (lo siento, nosotros no hemos judicializado la medicina), el rigor científico necesario,y el respeto a la voluntad del paciente.
...y como tomó precauciones, ha Ganado, y debe vengarse de esta panda de hijos de la gran puta, y hace bien. Y todos que le apoyamos. Ese par de marqueses al banquillo por destruir lo poco digno que tenemos: una sanidad universal.
No estoy descubriendo nada nuevo en cuanto a coproactuación política en este mierdoso país de tullida democracia; sólo apunto el detalle de que actos de políticos chachi-liberales tan repugnantes, tienen consecuencias muy graves: que el derecho a morir dignamente y sin dolor (tu y yo sabemos, dr J Mórfico, que la medicina de este tiempo pasa por un reconocimiento de la necesidad de aprender a ayudar a morir, en cualquier sentido, no solo el farmacológico), sea vigilado suspicazmente por una sociedad inmadura y lastrada por muchos años de mierda católica en las cabecitas del españolito de pro.
Libro tibetano y sevredol (si te llamas Aldous, ácido lisérgico).
Y, bromas a parte, es un tema serio e importante el de la sedación terminal como para que prime, ante todo, la voluntad personal. Y que yo sepa así se hace siempre, y, sin ir más lejos, así lo querría yo para mi, para los mios, y para los vuestros.
1 comentario:
¿Dimisión? Eso ocurriría en algún país serio, maduro. Jamás en España.
No se puede olvidar que mientras algunos "aburridos" Estados europeos funcionaban con unos servicios públicos razonablemente serios, la muy "íntegra" Esperanza Aguirre, también conocida como "La perfecta casada", era poco más que una pedorrilla repipi de colegio británico que devoraba trigretones y phoskitos en un país gobernado por el Nodo, un dictador de república bananera, unos tecnócratas opusinos con gafas de vidrio amarillo y una cultura popular y ye-ye que aún elogiaba las hazañas del Cid, las gestas de los condes de Matamoros, las galopadas de un tal Gento y los tebeos de Roberto Alcázar y Pedrín.
Así, doña Esperanza, la mujer "íntegra", la señorona de principios, la perfecta casada con un grande de España, la "devota" que oye misa todas las tardes en la Iglesia de San Antonio, llega al poder del terruño madrileño -algunos siguen hablando de autonomía, pfffff- tras comprar a dos tránfugas y decide transformar los hospitales públicos en siniestras fundaciones, se carga el impuesto de sucesiones y donaciones, suprime el impuesto sobre el patrimonio, se inventa una nueva ley del suelo, decide no aplicar la ley de dependencia porque no le sale de la raja, boicotea la asignatura de educación para la ciudadanía y, para cumplir el expediente, destroza el paisaje madrileño con tropecientas vías de peaje construidas y explotadas por un empresario que, a su vez, financia las campañas electorales de su partido.
El problema es que la vileza insoportable y el clientelismo nauseabundo de partidos como ése que se hace llamar socialista y obrero, así como la inmensa cantidad de mierda que se ha incrustado cual roñosa costra en las macroburocracias sindicales (léase UGT Y CCOO), le hace contemplar a uno el panorama españolito con profundo pesimismo, con un gran asco y con ganas de exiliarse a un país donde los adolescentes al menos tengan alguna sustancia en el cerebro que permita confiar en la posibilidad de cambiar las cosas un poquito.
Sólo llevamos treinta años de Estado de las autonomías y esto ya apesta demasiado a siglo XIX, a caciquismo, a cesantías, a provincianismo, a clientelismo y a analfabetismo. Busquemos otra cosa. España necesita, con varios siglos de retraso, un Robespierre.
Publicar un comentario